sábado, 20 de abril de 2013

Lineas y curvas:

Ferrari 250 TR61' Spyder Fantuzzi, definición de belleza.
En días tan tensos como los que se vive actualmente en Venezuela, me pregunto por qué no nací en otra época y en otro lugar. En una época más emocionante y encantadora, sólo para tener la oportunidad de observar a maravillas como estas:
Jim Clark en su Lotus 38 (1965)
Realmente me hubiese gustado mucho presenciar las 500 millas de Indianápolis, el Grand Prix de Mónaco o las 24 horas de Le Mans, tener el placer de observar estas magnificas piezas de ingeniería y precisión mecánica siendo manejados por los pilotos más temerarios que la humanidad haya concebido.
Ferrari 312 en Mónaco (1967)
En esas épocas lejanas los autos exhibían diseños que eran el balance perfecto entre función y forma. Hombres quienes no tenían más que su talento, experiencia y un par de manos se esforzaban esculpiendo aquello que los llevaría a luchar por la victoria.
J.M. Fangio en Nürburgring (1956)
Los autos italianos son los que se conectan con mi lado irracional y negligente. Una Ferrari en cualquiera de sus formas evoca mucho misticismo y pasión, un ejemplo de ello es el Ferrari-Lancia D50 que conducía Juan Manuel Fangio por los rudimentarios circuitos de toda Europa. Era un carro con una silueta muy peculiar debido a los tanques de combustible y aceite que llevaba a cada lado.
Fangio en Mónaco a bordo de su D50 (1956)
Los monoplazas formula uno de los años cincuenta era pura magia, coraje y emoción. Eran verdaderamente indóciles, con grandes motores, pesados tanques de combustible, frágiles frenos de tambor y unos neumáticos raquíticos.

Pero Ferrari no sería el único fabricante italiano que crearía autos con formas espectaculares: la Maserati 250F —también manejado por el legendario piloto argentino— es otro que me roba el sueño.
Fangio a bordo de la Maserati 250F (1957)
Motor de dos litros y medio, seis cilindros en línea, montado en un chasis tubular de acero con una carrocería esculpida magistralmente en aluminio, fue aquella maquina que bajo el control de Fangio hizo la memorable hazaña de Nürburgring en 1957, donde pulverizo una desventaja abismal de 48 segundos en 22 vueltas y adelanto al líder de la carrera en la última vuelta.  Puro coraje.


¿Por qué no cambiar la absurda tensión provocada por la actual crisis política por la emoción de las carreras?

Las curvas del legendario Ford GT40 Mark I no podrian quedar fuera.
Le Mans es una de mis carreras favoritas. Ahí se han forjado muchas leyendas porque es una competencia que se realiza en un circuito muy largo durante veinticuatro horas seguidas. Para competir se necesita de muchas habilidades pero más que nada una maquina y muchos güevos.


Oír la furia de aquellos motores cruzando a toda marcha la recta Mulsanne, ¡Oh, qué delicia!
Porsche 917 abriendo un vortice espacio/tiempo.
Alfa Romeo Tipo 33: el chico presumido que no sabe pelear pero que gusta de muchas chicas.

Matra Simca 670C, el sonido que emitia era tan estruendoso que dejaba a muchos aturdidos.
Lancia Stratos, el auto de rally más hermoso jamás creado.
Los ochenta, década de más técnica, ingeniería, precisión y aerodinámica. Además significo la llegada de importantes avances como la electrónica, fibra de carbono y el turbo. 

La competencia era en la pista pero también en la tabla de diseño, todo para lograr conseguir mayor fuerza descendiente hasta el límite que el reglamento permite, es por ello que las curvas se convirtieron en formas simples y limpias para lograr fuerza descendiente sin generar arrastre, no solo eso, la electrónica permitía a los pilotos comunicarse a tiempo real con sus equipos y también mejorar la eficiencia del consumo de combustible del motor gracias a los sistemas de inyección controlados por esta, además, la fibra de carbono —antes solamente utilizada para crear piezas de aviones de combate— hizo aparición como el material que reemplazaría al aluminio, y por último, el turbo que consiente a los fabricantes para hacer motores mas compactos y ligeros.
Porsche 956 flat-out en la curva Raidillon de Spa Francorchamps.

Sauber-Mercedes Benz C9: una flecha plateada con mucha clase.
Lancia 037, pura fiereza al ataque.
Peugeot 205 T16, un terremoto en pequeñas proporciones.
Ford Sierra Cosworth, cuando los deportivos eran accesibles.
Los F1 también se sumaron a esta década maravillosa dónde las reglamentaciones eran solo formalidades, automóviles de formas muy distintas entre unos y otros, cada equipo buscando distintos caminos para encontrar la competitividad.
BMW Brabham BT55, un F1 que no iba rápido sino que volaba a muy baja altura.
TAG-Porsche McLaren MP4/3: un monoplaza muy eficaz.

Renault Ligier JS27, el orgullo francés.
Honda Williams FW11, mucha potencia que domar.
Los autos de carrera de los años noventa tienen formas más agresivas, formas que antes eran impensables. Sus curvas son más vulgares y atrevidas... como una Suicide Girl, en otras palabras, no hay belleza sin alguna peculiaridad en sus proporciones, y estos autos a pesar de sus inelegantes curvas también deben ser considerados como bonitos.
Jaguar XJR-14 en Goodwood, reviviendo viejas glorias.
Ferrari 641, uno de los pocos casos de sobriedad en los noventa.
Es un Ford Cosworth Lola B2K/00 de la legendaria C.A.R.T. del 1999, los más feroces vehiclos que alguna vez opacaron a la Formula 1.
Mercedes Benz CLR, la aerodinamica al limite.
Honda McLaren MP4/5B un monoplaza de balances pero bajo el mando de Ayrton Senna era incuestionablemente imbatible.
Peugeot 206 WRC, sensualidad minimalista procedente de Francia.
No hay ni un apice de pasión en este Nissan R390GT1, solo muchísimos cálculos y el hambre de victoria.
McLaren F1, considerado por muchos como el superdeportivo perfecto.
No existe cosa más importante en mi vida que imaginar. Pensar en todo aquello que me apasiona y si con ello logro mantener la calma, recuperar la indiferencia y distraerme un poco, sé que contribuiré —de alguna manera—  a recuperar la cotidianidad que los políticos nos han robado desde enero. Manténganse ocupados y no se molesten por diatribas políticas; quienes apoyamos la propuesta democrática sabemos que estamos bajo un buen liderazgo y eventualmente lograremos entrar a la senda que nos permitirá alcanzar la Venezuela que queremos, pero primero hemos de reconocer que esta es una lucha a largo plazo y que para apoyar esta causa debemos tener la cabeza fría.

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